Vivimos momentos desafiantes que ponen de relieve, cada día de una manera más aguda, que lo que nos puede ayudar a atravesar este tiempo en el contexto educativo va a ser la calidad de nuestros vínculos, la conexión y la ternura en nuestras relaciones, empezando por la más importante que nos acompaña de por vida, la relación con nosotros y nosotras mismas, siendo esta, la llave para poder ofrecer auténtica empatía a los alumnos y alumnas con los que interactuamos, y posiblemente la manera más eficaz de acompañar sus procesos de desarrollo personal y emocional. De dichos procesos depende la calidad de su aprendizaje y su construcción como seres humanos libres y plenos.
Urge poner en lo vincular en el corazón de los sistemas relacionales que se dan en los centros educativos, y es importante hacerlo con sabiduría, con ternura, con compasión, con eficacia y con significatividad. Estos son los mimbres para generar una cultura del cuidado que se respire en las escuelas y poder ir generando verdaderas Comunidades educativas compasivas con todos los beneficios que ello comporta a muchos niveles.
Esta formación, que es más una experiencia, contribuye a mejorar de raíz los vínculos, las relaciones y a disminuir los conflictos, incrementando la conexión y la eficacia de nuestras interacciones, que es lo que más noción de satisfacción vital nos da. Esto sucede porque se amplía nuestra mirada expandiendo nuestra perspectiva, nos da recursos para adelgazar nuestra voz autocrítica, herramientas para fortalecer la conexión con el alumnado en nuestros espacios de trabajo, nos ayuda a estar más alineados con lo que más nos importa generando noción de sentido en lo que hacemos, nos capacita para ver al otro en su dignidad y en su humanidad, en el reconocimiento de las necesidades de las personas con las que interactuamos, ayudándonos a salir de nuestro pequeño y en muchas ocasiones asfixiante “yo”. Nos posibilita nutrir nuestra raíz para sostener y cuidar el tronco, las ramas y los frutos de nuestra vida. Nos ayuda a SER humanos, y no hay mejor manera de encarnar la vocación de maestros y maestras.
El cuidado de sí mismo es lo más generoso que podemos hacer por los alumnos a los que acompañamos. Un profesor o profesora que se conoce y que está entrenado en su propia regulación emocional va a estar más capacitado para ejercer su tarea educativa en sus múltiples dimensiones. El autocuidado no es un lujo, es una responsabilidad.
Los contenidos del curso se encuadran en cuatro dimensiones:
1. Atención plena y calidad de presencia
Esta dimensión cultiva la habilidad de estar en el momento presente de manera consciente y abierta logrando, de este modo, un mayor equilibrio emocional en situaciones difíciles y ofreciendo; estabilidad mental y la percepción de los propios pensamientos, emociones y reacciones. Promueve la capacidad del darse cuenta.
Este curso enseña los fundamentos neurocientíficos de mindfulness, y cómo cultivar la práctica de esta habilidad fundamental que es la base de la consciencia emocional, de la claridad y la calma mental. Constituye la llave del autocuidado y del cuidado de los otros.
2. Gestión emocional
La mejor definición de inteligencia emocional es la enunciada por Peter Salovey y John D. Mayer, a quienes se les atribuye la creación de la primera estructura teórica sobre inteligencia emocional, la definen como: “la capacidad de percibir los sentimientos y emociones de uno mismo y de los demás y utilizar esta información para guiar nuestro pensamiento y nuestras acciones”.
Daniel Goleman añade una estructura muy útil a la inteligencia emocional al clasificarla en 5 capacidades:
- Conciencia de uno mismo: conocimiento de nuestros estados, preferencias, recursos e instituciones internos.
- Regulación de uno mismo: control de nuestros estados, impulsos y recursos.
- Motivación: tendencias emocionales que guían o facilitan la consecución de objetivos.
- Empatía: percepción de los sentimientos, necesidades y preocupaciones de los demás.
- Habilidades sociales: capacidad de inducir en los demás respuestas deseables.
El propio Goleman y otros autores como MatthieuRicard han profundizado en el concepto de inteligencia emocional como la capacidad para crear las condiciones de la felicidad.
La felicidad se define como “un profundo sentimiento de florecimiento que deriva de una mente excepcionalmente saludable(…) no usa sensación meramente agradable, una emoción fugaz, sino un estado óptimo del ser”.
Este curso se apoya en este concepto de felicidad y para ello trabaja las siguientes habilidades:
Autoconocimiento. Las prácticas de autoconocimiento generan una mejoría en la percepción de nuestras emociones, hábitos y patrones de comportamiento. Asimismo, se aprende a recabar información útil sobre las emociones desagradables que experimentamos en los fracasos lo que ayuda a la identificación de las mismas. Esto desencadena en la posibilidad de tener un agudo sentido de nuestras propias reacciones y de los patrones de comportamiento y liderazgo en situaciones desafiantes.
Autogestión. A partir del autoconocimiento, se logra identificar y trabajar con los desencadenantes emocionales y otras situaciones difíciles. Se busca: aprender a parar antes de reaccionar a desencadenantes emocionales, desarrollar fuerza interior y habilidad para afrontar situaciones difíciles, aumentar la resiliencia y la habilidad para responder a los contratiempos y adversidades y respirar a través del proceso
Motivación. Sintonizando el trabajo y la vida con nuestros valores y tendencias emocionales.
Empatía. Entender la neurociencia de la empatía, desarrollar los hábitos mentales de la amabilidad y la objetividad, sintonizar con el tono emocional en nuestras relaciones con los demás.
3. Cultivo de la Compasión
El Entrenamiento en el Cultivo de la Compasión (Compassion Cultivation Training, CCT) es un programa configurado para promover y desarrollar las cualidades de la compasión, la empatía y el amor hacia uno mismo y hacia los demás. El CCT es un itinerario basado en investigación científica sobre la compasión, así como en prácticas contemplativas con psicología contemporánea. El cultivo de la compasión desarrolla la fortaleza interior para estar presentes con el sufrimiento, el valor para actuar con compasión y la resiliencia, previniendo así el distrés empático y el burnout. Ambas realidades son una amenaza para los agentes educativos y para todas las personas implicadas en una Comunidad escolar.
En las personas que participan en esta formación se favorecen una serie de transformaciones positivas como un mayor nivel de autocompasión, satisfacción vital, felicidad, empatía y compasión hacia los otros, así como una disminución y un mejor manejo del estrés. De esta manera, aunque la investigación científica de la compasión es reciente, los estudios disponibles apuntan a que el cultivo de la compasión puede ser clave para nutrir la propia salud, bienestar y felicidad, sobre todo para quienes viven en contextos relacionales amplios como pueden ser Comunidades escolares.
El cultivo de esta cualidad va a impactar profundamente en el modo y la manera de relacionarnos, en la calidad de la presencia con los alumnos y compañeros, y nos va a contactar y a reconectar con nuestros valores más profundos, dándonos la posibilidad de vivir una vida alineada con nuestra intención más genuina y compartida, la de contribuir a la vida haciendo que tenga sentido. La compasión, que se define como la capacidad de conectarnos con el sufrimiento propio y el de los demás acompañada de la motivación sincera de aliviarlo y prevenirlo, es una capacidad instintiva en los seres humanos cuando el que sufre es alguien cercano. Sin embargo, las tradiciones contemplativas sugieren que es posible ampliar nuestro círculo de cuidado y compasión más allá de lo instintivo. Cuando la compasión surge en nuestro corazón, nuestra mente se libera del odio, de los juicios negativos y de la preocupación obsesiva por uno mismo, constituyendo una fuente natural de paz interior y exterior.
4. Comunicación No Violenta
El modelo de Comunicación No Violenta, también denominado comunicación compasiva o colaborativa, es un proceso de comunicación desarrollado por el psicólogo estadounidense Marshall Rosenberg a inicio de los años sesenta. El mismo se enfoca en tres aspectos: la autoempatía, definida como una profunda y compasiva percepción de la propia experiencia interior, la empatía, que supone entender y compartir una emoción expresada por otro, y la auto expresión honesta definida como expresarse auténticamente de una forma que haga más probable que surja la compasión de los demás. Como base de su teoría, la CNV comprende que todos los seres humanos tienen la capacidad de compasión y solamente recurren a la violencia o al comportamiento que daña a otros cuando no reconocen estrategias más efectivas para satisfacer sus necesidades. Los hábitos del pensamiento y el habla que conducen al uso de violencia (tanto psicológica como física) son aprehendidos a través de la cultura.
La CNV supone, a su vez, que todo comportamiento humano deriva de intentos de satisfacer necesidades humanas universales, cuestión que puede derivar en el surgimiento de conflictos. La CNV propone que, si las personas son capaces de identificar sus necesidades, las necesidades de los demás y los sentimientos que rodean a estas necesidades, se puede lograr la armonía.
En este curso se trabajará la CNV orientado al entorno educativo:
- Se aprenderá el lenguaje que nutre y refuerza la relación con el alumnado y conoceremos aquello que la daña.
- Se entrenará la empatía.
- Se practicará el lenguaje de sentimientos y necesidades.
- Se aprenderá a realizar el proceso del perdón a uno mismo.
- Se aprenderá a distinguir entre observaciones o hechos y evaluaciones o juicios.
- Se comprenderán las consecuencias de diferenciar entre pedir y exigir.
- Se estudiarán los efectos de la lógica premio-castigo.
- Se entrenará el manejo de los bloqueos más frecuentes en las relaciones con técnicas que ayuden a disolver el conflicto.
Las cuatro dimensiones nombradas, son las que hacen el contenido de este programa formativo eminentemente práctico en el que el participante practicará con diversas herramientas para conseguir cambios significativos que se verán reflejados en la propia persona, en la relación con sus alumnos y alumnas y en la comunidad educativa.
Desde un punto de vista científico, la neurociencia ha comprobado que el cómo dirigimos nuestra atención determina los hábitos mentales que creamos, las emociones que desarrollamos y los resultados que obtenemos.
La metodología de la formación es eminentemente vivencial.
PARA MÁS DETALLE DEL CONTENIDO Y LA METODOLOGÍA DE LA FORMACIÓN PONTE EN CONTACTO CONMIGO.